Esta
etapa es gratuita y no obligatoria, se extiende hasta los 6 años y se organiza
en dos ciclos: hasta los 3 años y de 3 a 6 años. Esta división en dos ciclos no
quita sentido al carácter integrado de la Etapa. Podemos decir también que se hace
necesaria una planificación de toda labor docente puesto que todas las
actividades de Educación Infantil han de ser motivadoras y formativas.
No
obstante la Administración Central coordina la oferta de puestos escolares de
educación infantil de las distintas administraciones públicas.
Se reconoce el carácter educativo de este período, cuya finalidad es contribuir al desarrollo físico y personal y se regulan las condiciones que deben cumplir los centros que implanten la etapa Infantil.
LA PLANIFICACION EDUCATIVA
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Planificar la tarea educativa es un trabajo
necesario para cualquier maestro. Lo contrario, improvisar, implica actuar
rápidamente sin posibilidades de pensar y repensar las mejores ideas y formas
de concretarlas.
Pero, ¿qué supone planificar? La planificación
educativa es un proceso de reflexión previo a la acción con los niños y las
niñas e implica definir objetivos (lo que queremos conseguir), encuadrar
tareas, prever y organizar acciones, anticipar situaciones y recursos… es
decir, supone preludiar una serie de decisiones importantes que nos van a dar
seguridad a la hora de trabajar con los niños.
Lógicamente esto no va a significar restarle importancia a la
creatividad y a la adecuación de propuestas a la realidad, ya que muchas veces
la complejidad de la práctica supera indefectiblemente las posibilidades de
anticipar y describir las acciones. En estos casos, hay que ir modificando lo
previsto en función de lo que surge para darle vida a las propuestas. La
planificación es un boceto previo de acciones y debe pensarse como una trama
abierta, flexible, modificable… que establezca continuas relaciones entre lo
que se diseñó y el contexto en el cual se va a desarrollar. Tenemos que pensar
que la planificación educativa es un instrumento, no es un fin en sí misma, y
por ello tiene que estar al servicio de nuestro trabajo.
Resalto lo de “nuestro trabajo” porque la planificación de la tarea
educativa tiene que ser desarrollada con
la impronta personal de cada educador o maestro, dentro de un marco de
trabajo en equipo. Nadie debe reemplazarnos en la tarea de decidir, elegir,
pensar, recrear, diseñar las propuestas educativas. No nos debemos situar como
ejecutores de lo pensado por otros.
También, muchas veces la planificación, aunque ha sido pensada y
organizada mentalmente, no se plasma en un papel. Es importante que todo
aquello que se tiene en mente se plasme por escrito, ya que esto permite, no
solo la posibilidad de repensarlo y reelaborarlo, sino también la de dejar
constancia de ello y comunicarlo.
Este
curso se va a centrar en la planificación de la tarea educativa en la etapa de
educación infantil, por ello, será necesario aterrizar en la etapa, revisar las
cuestiones esenciales para los niños y las niñas de 0-6 años, y a partir de
ellas, sus implicaciones educativas.
1.
RESISTENCIAS
DE LOS MAESTROS Y EDUCADORES A LA HORA DE PLANIFICAR
|
Los
maestros/as y educadores de educación infantil somos profesionales, salvo
excepciones, poco sistemáticos y disciplinados para documentar nuestro trabajo.
Nos contagiamos de la actividad que nos imponen nuestros niños y nos dedicamos
a mucho “hacer” y poco “pensar”.
Es verdad que tenemos nuestras dificultades:
·
Una
de ellas es el ritmo de demanda de actividades que van exigiendo los niños y
las niñas. Si estamos atentos a sus intereses y necesidades muchas veces no
damos abasto.
·
Otra
es la cantidad de documentos escritos a los que tenemos y debemos dar
respuesta: la programación de aula y su desarrollo en unidades didácticas,
talleres, propuestas de rincones, o pequeños proyectos que van surgiendo,
además la cumplimentación de los DIAC, diarios de aula, registros de
observación, informes, informaciones a las familias…, se nos acumula el
trabajo, y no tenemos secretario.
·
A
estos documentos escritos le sumamos la constante revisión y actualización que
requieren.
·
La
falta de tiempos para el trabajo personal o la coordinación entre profesionales
es otro hándicap, siendo, estas tareas, en la mayoría de los casos, trabajo
para el fin de semana.
·
También,
porque no decirlo, queremos en muchos casos “maquillar” lo que escribimos, y
nos complicamos la vida, porque lo sencillo sería exponer lo que verdaderamente
hacemos, y redactamos lo que decimos que hacemos.
Todo ello hace que en muchos casos la
programación y su desarrollo en sucesivos documentos sea una pesada carga para
los maestros, quedándose en documentos inertes y burocráticos custodiados en la sala
de dirección o de los educadores y destinados prioritariamente a la
administración.
Tenemos que recordarnos que el objetivo de
la planificación es construir una secuencia de trabajo con los niños, y no
tanto elaborar un documento. Pero, ahora bien, muchos de estos procesos de trabajo tan ricos en experiencias
y aprendizajes, se pierden por la falta de sistematización y de memoria
escrita. Y si escribir suele ser costoso, hay que contar con que atender las
necesidades de los niños, recoger sus intereses, y llevar a cabo con ellos procesos de aprendizaje, es mucho más, por lo que es una pena que
tanto esfuerzo se pierda. Al fin y al cabo si las experiencias están en nuestra
cabeza, porqué no en el papel.
Una programación tiene que ser un
documento ordenado, sencillo, vivo (modificable, ampliable, que recoja la
improvisación…), utilizado con cierta frecuencia y concreto. Cuanto más
concreto sea, más va a reflejar lo que realmente hacemos. Los documentos que se
quedan en grandes principios, pueden ser muy poco operativos para guiar la
práctica del aula. Por ejemplo, afirmar que la evaluación se va a basar en la
observación y va a ser inicial, continua y final, aporta muy poca información;
por el contrario, incluir en la programación los instrumentos de observación,
la secuencia de indicadores y los formatos de informes, define mucho mejor, es
más útil y nos ahorra más trabajo, porque se trata de recoger y organizar lo
que ya tenemos y llevamos a la práctica.

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